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Por esta razón Lando Norris no será Campeón del Mundo de F1

Lando Norris, el próximo piloto que pudo haber sido campeón pero nunca lo fue

22 de julio en 16:30
Última actualización 30 de julio en 14:05

    Está claro que Lando Norris es veloz a una vuelta y a lo largo de un Gran Premio. Sin embargo, el británico carece de varios atributos esenciales para pasar de ser sólo un buen piloto a ser un Campeón del Mundo en potencia.

    En Hungría volvió a suceder. Norris a bordo del coche más rápido dejó ir, no una, sino dos veces la victoria. Largando en el lado limpio y engomado de la pista, desde la posición de privilegio, la pole position, el británico volvió a pifiar en la salida. Junto con Barcelona esta es la segunda vez que Norris pierde el liderato tras haber partido en la pole. Oscar Piastri aprovechó el error de su compañero y se hizo con la punta de la carrera dándole a Norris una cátedra en cómo administrar el ritmo de una carrera desde la punta.

    Norris no tiene carácter de campeón 

    Hay que decirlo, Norris no es un piloto duro. Más de una vez lo ha demostrado, a la hora de encarar un reto se achica. Corre como nunca y pierde como siempre. En Austria se congeló cuando de repente se encontró enfrente con una bestia al volante como Max Verstappen y se abrumó. No supo reaccionar. No supo manejar la figura ni la autoridad en pista, ambas imponentes, del tricampeón del mundo. Intento desesperado tras intento desesperado, vuelta tras vuelta, era obvio que Norris no tenía armas en su arsenal contra Verstappen. Manejando sin estrategia, sin frialdad, sólo lanzaba bombazo tras bombazo, y todavía tuvo la gallardía de decir por radio que Verstappen conducía peligrosamente.

    Tanto en Silverstone, como en Canadá, como en Miami, y mas recientemente en Hungría, Norris sufrió las consecuencias de las incomprensiblemente malas decisiones del pitwall de McLaren. En Miami tuvo suerte que el Control de Carrera también fallase. De hecho fue gracias a esta combinación de errores que terminó ganando la carrera, porque hasta ese punto había sido irrelevante en la lucha por el liderato, a pesar de tener el coche más rápido. En Canadá, el equipo volvió a cometer otro error estratégico que le costó la victoria. Sin embargo, en este caso, Norris a través de su falta de autoridad, de confianza en su toma de decisiones desde el habitáculo, también contribuyó al desperdicio de otra oportunidad de victoria. 

    En Silverstone, McLaren volvió a cometer otro error garrafal que le costó la victoria al piloto británico en su carrera de casa. ¿Qué hizo él? Nada. No se mostró crítico ante la grosa falla estratégica de su equipo, no aplicó ningún tipo de presión en los medios, ni por la radio para evitar que la tibieza, lo blando, conservador y recatado del accionar estratégico de McLaren le arrebatara otra victoria de sus manos. ¿Cómo saber que nada se ha hecho? Porque las pifias estratégicas del equipo de Woking se siguen acumulando.

    La diferencia entre Verstappen y Norris en el Mundial de Pilotos es de 76 unidades. Si hubiera capitalizado en las oportunidades perdidas probablemente estaría a alrededor de 59-60 puntos. Si le sumamos la debacle de Hungría la diferencia sería similar a la que separa a Red Bull de McLaren en el Campeonato de Constructores, y con once carreras más tres fechas Sprint, de seguro que es más factible remontar 50 puntos, que 76.

    Los campeones no sólo son veloces, también son implacables 

    ¿Se acuerdan la vez que Michael Schumacher dejó pasar a un compañero de equipo para que ganara una carrera mientras estaba en la lucha por el título? ¿Qué tal Ayrton Senna, Juan Manuel Fangio, Jackie Stewart, Sebastian Vettel o Lewis Hamilton? La respuesta es un resolutivo y categórico ‘no’. ¿Por qué se esperó Norris hasta los momentos agonizantes de la carrera en Hungría para dejar pasar a Piastri? Porque le tembló el pulso y no tuvo la sangre fría para hacer lo que fuera necesario para ganar. Ir en contra de las órdenes de equipo en este caso en particular no hubiera sido para nada desacertado, después de todo él mismo lo dijo: “Entonces debieron de haberlo parado primero a él”.

    McLaren erró, y sin embargo fue Norris el que pagó los platos rotos otra vez. Pero lo más llamativo de la situación fue la actitud derrotista y casi victimista con la que lo hizo. Después de hacerse de rogar por la radio durante todo el stint final, le da la P1 a Piastri en un acto de visible rendición. En la recta principal, aminoró la marcha y dejó que el australiano le adelantara casi como si el piloto número dos le cediera el paso al líder del equipo. Provocó sensaciones similares a la vez que Rubens Barrichello dejó pasar a Schumacher en Austria bajo órdenes de equipo. 

    Norris sufrió un golpe psicológico fuerte en Hungría 

    Nuevamente arruinó la salida. Otra vez las decisiones estratégicas de McLaren entorpecieron su carrera y por enésima vez fue el segundo mejor. Pero, supongamos que McLaren “le obliga” a ceder el puesto a Piastri, la manera en la que lo hizo fue decepcionante. Un piloto de carreras que nació para ser campeón nunca se rinde, sólo basta con mirar a Hamilton y a Verstappen. Ambos campeones, ninguno nunca baja los brazos, ni siquiera luego de que acaba la carrera. Los dos son conocidos por poner bajo presión a sus respectivos equipos a menudo criticándoles en los medios cuando el rendimiento en un área en particular está por debajo del nivel necesario para ganar Grandes Premios.

    Si Verstappen o Hamilton hubieran tenido absolutamente que devolver la posición, teniendo en cuenta la superioridad del ritmo con la que Norris contaba en ese punto de la carrera sobre Piastri, es muy fácil imaginar que ambos lo habrían hecho antes y en un punto estratégico del circuito para aprovechar la libertad de correr con su compañero, misma que McLaren les otorgó desde el inicio del Gran Premio, para así tener una oportunidad de hacerse con el triunfo. En la Fórmula 1, las victorias no se "merecen", se toman por cualquier medio posible, obviamente dentro del marco reglamentario impuesto por el órgano rector, la FIA.

    Norris no perdió la carrera en la salida, ni la perdió tampoco desde el pitwall. Mostrando una notoria fragilidad mental, el piloto británico del auto papaya número cuatro la perdió al rendirse mentalmente ante lo que él mismo juzgó como una circunstancia terminante. ¿Marcará el Gran Premio de Hungría un antes y un después en las dinámicas internas en McLaren? Veremos, dijo un ciego. Lo cierto es que Norris debe enseñarse a sí mismo a hacer lo que sea necesario para ser campeón. Esa es la única manera de establecer las jerarquías en un equipo de F1. ¿Por qué? Sencillo: todos siguen al que marca la pauta, al líder, no al tipo que deja pasar a su compañero de equipo.